28 de noviembre de 2010

Malditos celos!

Lo veía desde mi salón, estaba en el estacionamiento con la chica que había coqueteado con él desde que iniciamos ese curso. Sentía mis mejillas ardiendo, coloradas de coraje. Entonces los vi darse un beso...¡en la mejilla!, pero era un beso. Iván la dejó y subió para tomar su clase conmigo. Como de costumbre llegó hasta donde estaba yo y selló sus labios con los míos. Pero esta vez, yo no correspondí, mi cuerpo estaba rígido. Mi mirada estaba perdida y lágrimas amenazaban con derramar se por mis mejillas.


-¿Ocurre algo malo?

-No es nada – suspire y me miró mal .

-Nena, sabes que puedes contar conmigo.
- A veces lo dudo.
- ¿Dé que hablas?
- De Cindy, de ella hablo. Te vi platicar con ella.
- Eso- respondió con tono burlón.- Eso no ha sido nada.
No respondí ante su afirmación, trate de pensar con claridad pero no lo lograba.
- Anne, ¿estás celosa?
- No es eso. 
- Estás celosa. - Dijo victorioso.
- Ya te he dicho que no. - Dije tratando de que lo que decía pareciese verdad.
- De acuerdo, iré a mi lugar. - Se dirigió con paso firme a su lugar y yo grité haciéndolo voltear.
- ¡No, espera!- Volteo y me miro, tranquilo, paciente a esperar lo que diría.- ¡Maldita sea Iván, estoy que ardo en celos! ¿Eres feliz ahora que lo confesé?
- Sabía lo que tenías antes de que me lo dijeras. Amor, esa es la diferencia entre ella y tú, te conozco a la perfección, eres única y diferente. No importa lo que ella haga por conquistar me, yo siempre seré tuyo.
- ¿Hablas en serio?
- Anne, te amo.

Sin más que hacer, sin otra solución encontrada, me lance a sus brazos y entrelace los míos a su cuello. Nos miramos apenas un segundo y sentí mis labios en los suyos, sentí el amor fluir. Las lágrimas que derrame a continuación eran de felicidad,  me sentí terrible, los celos eran patéticos. 

Malditos celos, siempre hacen que mi cabeza piense cosas que no existen.

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